El viento sopla, suave, arrastrando consigo un frescor que tras aquel caluroso día era como una bendición. El Sol brillaba en medio del imponente cielo, tras una espesa capa de nubes que resplandecían, arrojando una agradable sombra sobre la montaña Koifushi. Y allí , casi en la cima, se podia ver la figura de un hombre apoyado contra un arbol y sentado en el suelo, con una rodilla levantada. De lejos no podía apreciarse, pero si os acercais podriais ver como fumaba plácidamente de una pipa. La sostenia con delizadeza, y soltaba el humo muy de vez en cuando por la nariz con un gran y sonoro suspiro, su mirada parecia perdida ante el humo que emanaba del final de la pipa. Su vista estaba fija en la nada, solo a veces, sus ojos se movian siguiendo un rizo formado por el humo o un hueco en aquella debil cortina humeante. Sonreia levemente, como alguien que contempla orgulloso algo en lo que ha trabajado mucho tiempo y que finalmente consiguió finalizar. Sí, pero a la par, de podia detectar melancolia. ¿Que tenía ese humo para mantenerle tan distraido?
Recuerdos. Recuerdos de una larga y dura vida. Recuerdos de tiempos buenos y prosperos, y (aunque en menor medida) de tiempos no tan agradables. Recuerdos de numerosas sonrisas y honor. Recuerdos de lecciones, recuerdos de sudor y largos dias trabajando al Sol, durante una infancia muy lejana en el tiempo, como el resto de los recuerdos.
Entonces la grave voz de aquel tipo se oyó :
-El humo...no es muy distinto a mis raices...todo se ''esfumó'', sí, igual que este humo...yo soy como él... Y eso es algo bueno, pues en el dolor hallé la fuerza necesaria para subir a lo mas alto, sí...como este humo.
Entonces, Ryosuke, alzó la vista al cielo y contempló como varios remolinos de humo giraban lentamente en lo alto. Luego se puso de pie rapidamente, como si alguien se lo hubiese ordenado y caminó firme hacia abajo de la montaña, su mirada perdió en un instante su tono melancolico y ahora se mostraba seria y confiada, a la par que orgullosa, como si mirase algun objetivo a alzanzar, sí, así solia ser normalmente su mirada, dejando de lado los recuerdos que florecian junto al humo.