Parecía que tenía un despacho propio por lo que decidí ir a verlo. Delante de sus puertas me encontraba y me disponia a abrirlas. Cuando las toqué, simplemente se abrieron de par en par, como si hubieran estado entreabiertas. Pasé al interior de la sala para revisar mis pertenencias, estaba todo amoblado y un escritorio lleno de hojas, que debian pertenecer a la antigua capitana, ocupaba toda la parte central al fondo. Muchas estanterias hacian de el un lugar culto, con todo tipo de informacion sobre diversos temas. Tambien disponia de una silla muy cómoda donde de ahora en adelante me sentaria para ver los asuntos de mi divison. Todo aquello me resultaba extraño. Tener mi propio despacho... no acababa de acostrumbrarme asi que decidi transladar mis cosas hacia alli y mas tarde las ordenaria en todos los sitios de la estancia. El silencio imperaba en el lugar. Suponia que el subcapitan algun dia vendria, asi que procuraria tenerlo ordenado y en buenas condiciones.
Pasé un dedo sobre las estanterias y sobre el escritorio. Cuando miré mi dedo todo lo que había era una buena cantidad de polvo acumulado. *Esque aqui no viene nadie a limpiar?*-pensé, y con sumo cuidado retiré todas mis cosas hacia un sofancito que había a un lado del despacho. *Tendré que mirar de tener esto limpio, porque es muy grande y aqui se podria acumular mucho polvo, mas del que yo me podia imaginar.
Me acerqué a una ventana, la única que había allí, para abir una pequña cortina de tela que obstruía el paso de luz al interior de la estancia. Desde alli se podían ver muchas cosas, aunque aquella ventana fuera pequeña. Volví a acercarme al escritorio, y observé que la tinta estaba seca. *Y como voy a escribir con esto?*pensé, sacando un botecito de uno de los cajones que supuse que habria en el mueble. Saqué un papel y con mucha suavidad mojé el pincel en tinta, para asi poder realizar los kanjis de mi nombre.
-Irao... Shinji...- decia mientras escribia. Solia sacar la lengua afuera mientras hacia los trazos, era algo que solia hacer de pequeño. Cuando acabé por fin mi nombre, esperé a que se secase, para luego colgarlo el la pared que había detras del escritorio mismo. Quedaba muy vacia y no me gustaba ese estilo. Era un maniatico del orden y de las formas de una habitacion. No podia estar simplemente un mueble ahi porque si, debia combinar con los demás y tener una utilidad específica.
Y así es como me pasé toda la mañana, ordenando mi nuevo despacho con calma, paciencia y con una mascarilla en la boca, para el polvo, claro.