Refugio Khrystta & Johann

Las partículas de polvo aún flotaban en el aire, mientras la gran nube de escoria se desparramaba por el lugar. Ahí, donde había existido una especie de refugio, ahora sólo había un gran agujero, una especie de crater profundo.

Parado en el borde estaba Ulquiorra. Su cabellera negra se movía con la brisa que su cero había generado, su mano aún estaba alzada en dirección al crater, pero al ver el resultado,volvió a guardarla dentro de su bolsillo.

Sus ojos parecían fríos e indiferentes al caos que acababa de hacer. Las consecuencias pensó serían inmediatas, pero no sentía reiatsu alguno que se acercara al lugar del refugio de aquellos extraños hermanos.

- Que decepción. - Susurró. Tal vez había calculado alguna cosa mal. Por lo que recordaba, Khrystta era sumamente voluble y su hermano Johann era aún peor.

No... no había calculado nada mal. Estaba en lo correcto. Que destruyera su hogar era como hecharle gasolina al fuego. Sólo podía armar una revuelta de proporciones gigantescas, pero aún así, en todos esos minutos, ni Johann ni Krhsytta habían aparecido a enfrentarlo.

Los esperaría.

Ulquiorra permaneció quieto mirando al otro extremo del cráter hacia el Arrancar que se había acercando. El motivo de haber destruído era precisamente ese y el primer en llegar sería Lam Alquevo. Eso estaba algo desviado de sus planes pero no del todo. Por lo que había escuchado de él cuando Fufirot se le acercó y llegaron los demás... sabía que era el tipo de arrancar impaciente e impulsivo que se acercaba a otros sin la mínima precausión.

Eso era evidente, para un sujeto de la fuerza de Lam Alquevo no era necesaria de ninguna forma tener cuidado. Era uno de los arrancars en Hueco Mundo de más poder, incluso tal vez, en su cabeza, era el más fuerte de todos ellos.

- Todo tiene una explicación. - Respondió Ulquiorra con sus manos aún dentro de sus bolsillos. - La verdadera pregunta es... ¿Por qué te la diría?

Ulquiorra no respondió a la pregunta tácita sobre su propia fuerza. No era el tipo que pregonaba de sus habilidades. Si se quería ser cuidadoso para sobrevivir, nunca se debía decir a un enemigo cuales son las cartas bajo la manga. Ese... era el mayor error dentro de los arrancars de Hueco Mundo. La mayoría de ellos mostraba sus poderes sin cuidado alguno y Ulquiorra, acababa de mostrar su cero con intenciones obvias. Llamar la atención. dar una señal de aviso de que no era una fuerza a subestimar... pero no precisamente para Lam, Fufirot o Rey... sino que para Khrystta y Johann.

- Dime algo, Alquevo, Lam. - Sus ojos verdes estaban fijos en él. - ¿Qué vez cuando me miras? ¿Ves a un hollow? ¿Ves a un humano? ¿Ves a un Shinigami? ¿Qué somos tu y yo... y todo el resto que habita Hueco Mundo?

Tal vez... despues de todo, le respondería a su pregunta. Pero siempre siendo él quien marcara el paso de aquella conversación.

- Hum... - Ulquiorra no miró a Lam mientras se paraba a su lado, pero escuchó sus palabras una a una sin interrupciones, pues por primera vez desde que se había deshecho de su máscara de hollow, alguien se acercaba a entenderlo. - Te diré lo que yo veo en mí Alquevo, Lam.

Dio un paso flotando en el aire pues abajo se abría el crater de lo que había sido el refugio de Johann y Khrystta. El viento movía su hakana blanca en especial las dos largas franjas de tela blanca que caían por su cadera.

- Veo a un adjucas que rompió su máscara de hollow y se convirtió en un arrancar... lo más cercano que un Hollow puede estar de ser nuevamente un alma humana. Pero aún así... mi piel es tan pálida como el hueso que antes la cubrió. Mis ojos no tienen brillo alguno y mis pupilas son alargadas y no redondas. Aún hay restos de mi máscara en mi cabeza y a pesar de que debo tener cientos de años, mi cuerpo parece el de un niño en su pubertad. Si es cierto lo que dicen sobre lo que fuimos antes de morir y convertirnos en Hollows... entonces yo debí morir muy joven para tener este aspecto. - Volteó su cabeza sobre su hombro para mirar a Lam y que éste se diera cuenta de lo que decía sobre sus rásgos físicos. - Largas líneas caen por mis ojos, como lágrimas... y aún así jamás he sentido pena, ni alegría. No se que son lo que los humanos llaman... sentimientos. - Hizo otra pausa, pues aquel tema de los sentimientos era otra de las cosas que lo dejaban perplejo. - Mira mis uñas. Son negras... no me diferencia mucho de un muerto a pesar de que esto es lo más cercano que estaré de vivir.

Se volteó completamente entonces, sacando sus manos de los bolsillos.

- Y tu Alquevedo, Lam... no eres muy diferente a mí. Creo que ya lo has notado. Tu piel es pálida, hay restos de tu máscara hollow en tu rostro y lo quieras o no, tus ojos son extraños y sin brillo. - Hizo una pausa para que Lam pensara en lo que acababa de decir. Así era Ulquiorra, no parecía nunca apurarse cuando estaba hablando. - Se dice... que los Vasto Lords son los hollows que más se acercan a los shinigami, que más forma humanoide tienen... entonces te pregunto... ¿Hay algo realmente humano de tí y de mi con estos rasgos? Y aún así... tu y yo... podríamos destruir las noches si pelearamos. Ese... es nuestro nivel de fuerza.

Dio unos pasos hacia adelante, pasando por al lado de Lam. Y no se detuvo hsta que vio en el suelo de aquella destrucción a un pequeño animalito hollow, una especie de lagartija.

- Mi razonamiento es el siguiente... ¿Te has fijado acaso en los rasgos de Khrystta? ¿Has notado lo humana que se ve? ¿Alguna vez viste restos de su mascara Hollow en su rostro? ¿Hay algo en ella, cualquier cosa... que la haga uno de nosotros?

- Khrystta no esta aquí. Si tuvieras asuntos que atender con ella habrías buscando su prensencia a traves del Reiatsu.

Le quería dejar claro que no le creía que estuviese ahí justamente por Khrystta, a menos de que a él le hubiese molestado que Ulquiorra destruyese ese refugio y viniera a impedir que siguiera haciendo cosas por el estilo.

Ulquiorra permaneció en silencio mucho tiempo luego de que Lam parara de hablar. Ya había expuesto sus pensamientos de lo que pensaba acerca de estar en ese lugar, pues, Lam le había preguntado. Muchas veces Ulquiorra se negaba a seguir instrucciones, a responder preguntas que lo podían poner en una desventaja estrategica o incluso por que le incomodaba discutir con seres que considerara inferiores a él.

Aún así, le había respondido a Lam sus dudas y no sólo eso, había plantado en su camino la semilla de la duda sobre la verdadera fuerza de Khrystta.

- He respondido tu pregunta, Alquevedo, Lam. - Dijo de pronto mientras se sentía como aullaba el viento a lo lejos. - Ahora, responde la mía.

Sus manos estaban en sus bolsillos, estaba complatamente inmovil mirando a los ojos a Lam, a aquellos ojos tan fríos como los suyos. Era extraño, pero sentía que Lam tenía la capacidad de haber liderado las espadas, incluso antes que Fufirot. Sentía que Lam era impulsivo y aveces estúpido, que muchas veces no pensaba lo que hacía o decía, pero aún así, si alguien se hubiese dedicado a enseñarle, habría aprendido rapidamente a pensar como un lider y actuar como tal. Se preguntó a si mismo si Fufirot no lo habría hecho antes para tenerlo como su sirviente...

- ¿Por qué sigues a Fufirot? ¿Por qué te comportas como un siervo con él? Como una mísera fracción de un espada que él no es... - Ulquiorra estaba siendo completamente directo. No quería separar su pequeño grupo, ni estar en el tampoco, ni que Lam se aliara a sus propios planes, pero la duda estaba ahí. - Eres más fuerte, tienes más agallas y creo que no eres tan estúpido como aparentas. Es patético que lo sigas, cuando podrías eliminarlo si quisieras... ¿o es justamente eso lo que estas esperando...? Verlo subir a la cima para ocupar luego tú su lugar.

Sentía una cierta similitud con Lam... pero él estaba avanzado en algo que Ulquiorra desconocía y se negaba a creer. Lam se notaba alguien que entendia y sentía lo que llamaban emociones humanas. Ulquiorra estaba lejos de eso, lo cual a su punto de vista a nivel de evolución lo alejaban de ser un Shinigami, pero al mismo tiempo, lo ayudaban a pelear contra uno.

Al menos había obtenido una respuesta. No era algo que le sorprendiera, pero si decepcionaba. Miró a Lam con rostro de estar pensando alguna cosa y quizas lo hiciera, pero no se lo diría. Ulquiorra no tenía ninguna obligacion de comenzar a tratar con alguien que tuviera ese punto de vista sobre su existencia en Hueco Mundo. La verdad, pensó en un momento que tal vez Lam le podría explicar el porque sentía, pero el mero comienzo de sus pateticas excusas para someterse a otro le resultaba confuso e incluso incontundente.

- Pfff... Patético. - Dijo con dureza finalmente, sin apartar sus ojos de él. - Que decepción. - Se dio la vuelta y comenzó a alejarse de ese lugar. Tal vez lo último no sólo lo dijera por Lam, sino tambien por Johann y Khrystta.

Comenzaba a creer sinceramente que era el último en Hueco Mundo con sentido común. A menos claro, de que Lam estuviese mintiendo, pero no veía razón para que hiciera tal cosa a menos que Fufirot se lo hubiese ordenado para confundirlo. Aún así, no creía a Fufirot tan inteligente como para orquestrar algo de esa naturaleza.

- Apestas a humano, Alquevo Lam. - Sentenció Ulquiorra sin detenerse, caminando pausadamente por la arena del desierto. - Apestas a humano, cuando eres un Hollow sin rasgo alguno de humanidad en el cuerpo. Eso que llaman sentimientos son inventos de los humanos para no caer en la completa desesperación por su insignificante existencia. Nosotros, como hollows, hemos superado dichas barreras y las vendas en nuestros ojos han caído. Vemos como son en verdad las cosas. Pero creo que tú aun te aferras a algo que ni si quiera debería existir... el recuerdo de la vida sin sentido que llevabas como humano.

Con las manos en el bolsillo siguió caminando, mirando en frente, pensando cual seróia su proximo movimiento dentro de Hueco Mundo para seguir el propio curso de sus planes.

- Hueco Mundo no se convertirá en un circo de humanos, ni Hollows pretendiendo serlo. Te doy mi palabra de ello.