Johann vs. Agatha

Sin duda alguna el maldito mundo al cual había caído para tal vez cumplir una condena cuando humana fui, era en verdad aburrido. Grises matices eran los que bañaban aquel cielo, arenas eran lo que le cubrían y tan sólo el viento combinado con lamentaciones reinaba el solido lugar. Para variar desde que había caído a ese lugar tan tedioso de ver lo único que hacía era caminar, comer y seguir caminando, habían pasado más de doscientos años, sin que yo hubiera podido entablar una pequeña conversación con un ser que razonara y hablara. Creo que aquello ya me empezaba a fastidiar y lo peor, a enloquecer.

Deteniendo mi pazo y observando detenidamente aquel cielo triste, surqué una sonrisa y relamí mis labios. Había entendido que aquel camino que había tomado desde mi llegada no me llevaría a nada, por lo que desviando mis pasos me dirigí hacia la izquierda del sendero que había trazado imaginariamente. Corría desesperadamente, ya que no muy lejos de ahí se sentía una energía que me incitaba a saber de que se trataba, rogaba por que fuera un ser que supiera hablar, para así con su voz matar mi desesperación.