Cross vs Agatha

Aburrida sin duda estaba ¿Dónde? Esa era la verdadera incógnita de mi vida. Ni idea donde yacía varada dando vueltas en un sólo lugar, dando aparentar que buscaba la iniciativa o fuerzas para retomar un sendero que sin duda me llevaría un lugar más productivo que aquel paraje. El lugar era árido y extenso; arena, brisa, espejismos y más arena era lo único que me rodeaba. Aburrida ya estaba, pero lo peor es que me estaba comenzando a exasperar. Suspirando decidí que no era nada divertido girar en su propio eje por lo que, deteniéndome, posando mis manos sobre las curvas de mis caderas, alzando mi rostro, dejando que el viendo meciera mis prendas como cabello, para que tan sólo suspirando comenzara a caminar hacia el frente, sin dirección aparente, sólo guiada por la esperanza que sin duda encontraría a futuro algo que me distrajera de aquel mártir monótono. Las gotas de sudor lentamente comenzaron a escurrirse por mis sienes, manchando mi blanca piel, enlodándose pro culpa del céfiro arenoso que circundaba en derredor mío, pero sinceramente aquello no me preocupada, la decisión tomada estaba… buscaría algo que me distrajera, pues pensaba que si no era así moriría de mero aburrimiento, y bueno eso no era bueno.

Y como si fuese un tremendo hedor el que me golpeaba las fosas nasales de repente giraba mi rostro remarcado con un gesto de asco. Mirando a lo lejos una especie de hombre que se mantenía mirándome con los brazos cruzados, por su olor supe que se trataba de esas mierdas denominadas Shirigamis. Lentamente me giré y me le quedé observando de pies a cabezas mientras dejaba que el viento meciera mis largos cabellos azulados. Yo estaba aburrida y sin duda esperaría a que él lo notara y así quisiera jugar conmigo, por lo que sin siquiera prestarle mucha atención troné mi cuello y en guardia me puse. Respiraba profundamente y con mi vista media el perímetro, buscando imperfecciones sobre la arena que a futuro pudieran causarme un tropiezo, pero nada, sólo aquella tierra trigueña que tanto me hostigaba. Surcando una macabra sonrisa de entre mis prendas saqué aquel legendario corral de huesos y sin esperar presentaciones engorrosas le lancé los huesos a aquel joven de cabello anaranjado, para tan sólo demostrar que estaba interesada en pelear contra él.

-jijiji… esto sí que va a ser divertido… ¡Ujuuu! Ohmmm

Musité al ver como aquel pelirrojo se defendía del ataque de uno de mis colmillos que lanzaba de mi collar de huesos. Suspirando dejé que el viento se arremolinaba por detrás de mis largos cabellos azul agua y relamiendo mis labios como signo de emoción divise en total silencio y mucha tranquilidad los movimientos de mi desconocido enemigo.
Pude sentir su potente Riatsu, generando una emoción tremenda en mi cuerpo. Gustaba mucho de contrapuntear con seres más fuertes que yo, pues eso me hacia acreedora de un orgullo y valor único… o eso pensaba yo. Ladeé el rostro para ver en forma de intriga aquel extraño medio para atacarme, era lento aquel hombre y sin hacer mucho esfuerzo abría una garganta oscura frente a mí que de inmediato me trasporto para reaparecer detrás del shirigami. Sonriendo y viendo como desaparecía en el firmamento aquella esfera envuelta en una especie de fuego azul le susurré:
-oh, eso me hubiera destrozado sin duda si no me hubiera alehjado antes… ujuujuj, jejeje… sí que sí… nos vamos a divertir mucho en esto… jejeje, creo que me toca a mí…así que muere…
Dicho eso aparecí mi katana y cortando algunas partes vitales de mi cuerpo, ocupé de inmediato el efecto de mi sangre para así contraatacar a aquel extraño…