La ciudad de Karakura parecia tranquila aquella noche, pero pronto todo cambiaria, una grieta se abrió en cielo estrellado y entonces de ella surgió Lam, como si de un angel se tratara, aunque mas bien era todo lo contrario, desde el cielo miró con recelo las calles de la ciudad, las cuales les traian unos recuerdos cuanto menos amargos. Se posó ligeramente sobre una terraza , de lo que parecía ser un edificio de oficinas, todas sus luces estaban apagadas, no habria nadie trabajando a esas horas.-Todo esta dispuesto para que seais sentenciados, humanos. Extendió la mano lentamente y se dispuso a lanzar un cero, pero entonces sus ojos se abrieron de par en par y se giró sobresaltado.-Viene de ahí Con el ceño fruncido dió un enorme salto y se dirigió unos 500 metros al norte, se detubo en un descampado, en medio de dos viviendas. Al parecer había encontrado algo mas odioso y entretenido que una panda de humanos inutiles, un shinigami. Lam le miraba a los ojos, y analizó la presion que ejercia su reiatsu en la zona.-Es una sorpresa muy grata, llamame raro, pero sacar la basura puede llegar a ser emocionante en ocasiones, puedo mostrartelo si te parece, shinigami, y si no te parece...en ese momento Lam desenvainó su zanpakutoh-...entonces es que hoy no es tu dia de suerte. La zanpakutoh de Lam brilló reflejando la luz de la luna, al igual que los ojos del mismo, sopló una ventisca de aire fresco que meció su pelo y su tunica. Despues de eso apareció detras del shinigami, quedando ambos espalda contra espalda, Lam colocó su zanpakutoh en diagonal, formando una linea con ella y con su brazo, apuntando al suelo del descampado.-¿Gritas mucho...cuando te atraviesan el pecho?