Bosque de Arboles de Huesos

Ulquiorra llevaba un tiempo indefinido mirando el comportamiento de los menos grande. Se le conocía tambien como gillians, la clase mas debil de menos que existía. Eran lentos, estupidos, y su unico proposito parecía deborarse entre ellos por lo que Ulquiorra llevaba mirandolos.

Caminaban idiotizados uno al lado de otro, sin ir realmente a ningun lugar.

<< Es cierto. No tenemos proposito de existir hasta que nuestras máscaras se rompen. >>

Sus manos aún permanecían dentro de su bolsillo. Cerró sus ojos, pensando que si todo el poder de esas criaturas era utilizado de una forma beneficiosa, podrían serles utiles. Pero, ¿Como se podía influenciar a un menos grande? Eran realmente seres bestiales, sin deseos... excepto... excepto cuando un hollow absorbido era más fuerte que todo el conjunto y tomaba conciencia de su existencia.

No recordaba cuando eso le había ocurrido. A veces, no entendía como criaturas tan estupidas como los adjucas antes habían pertenecido a esa categoria de poder destructivo. El conocimiento de los menos con que contaba era limitado, por ello, se dedicaría a observarlos, a entenderlos, a que sintieran su reiatsu y entendieran que desde ese día en adelante, serían su ejercito. Los despertaría, a quienes valiera la pena hacerlo. Les daría el regalo de la razón con su propio reiatsu y de alguna forma, se volvería uno con todos ellos cuando el momento lo apremiara y una lluvia de ceros hiciera añicos la sociedad de almas.

Contaba con la habilidad de abrir gargantas. No había sido facil aprenderlo pero ahora podía hacerlo. No era dificil llamar a los Gillians para que fueran su primer acto. Sólo tenía que lograr volverlos levemente mas fuertes y astutos, más rapidos, menos hollows y más shinigamis.

Por insignifcantes que fueran, esas basuras eran tambien hollows. Eran sus hermanos y hermanas... en ese momento, tambien, eran lo unico que lo alejaba de la completa desolación y soledad.

Permaneció parado, con las manos en sus bolsillos, observando lo que le pareció una infinidad de tiempo la forma en que los gillians avanzaban uno atras de otro. Cerró los ojos.

Era lo que debía hacer. Era su motivo de existir. Hueco Mundo siempre sería un lugar en el cual el hollow más fuerte absorbía a las más debiles. Sus ojos permanecían fijos, buscando leves cambios en el reiatsu de esas bestias. Su plan era simple... cualquiera que tuviera la minima posibilidad de adquirir conciencia sería absorbido por él antes de que ocurriese.

Hueco Mundo ya tenía demasiados adjucas inutiles disputandose por poder. No necesitaba más, al menos no para todo lo que tenía planeado hacer. Y además estaba el problema de Lam, Rey y Fufirot. Estaba ese Arrancar que había visto absorviendo Adjucas, estaba esa hermosa Arrancar con sus ideales raros, sobre la soledad y la unidad.

<< Yo les daré un proposito. Se volverán parte de mi. >>

Abrió levemente su túnica y desde el hueco en su pecho comenzó a emerger una luz verdosa. Un adjucas, parado a unos 50 metros de él, fue de inmediato absorbido hacia su cuerpo, los cientos de hollows que lo conformaban se desprendieron uno a uno y se vió como luces azulescas de almas iban hacia el hueco hollow de Ulquiorra, para unirse con el arrancar más fuerte.

- Así es la ley de Hueco Mundo. El más fuerte debe imponerse al más débil. Gillians... únanse a mí ahora...

Y uno a uno... muchos Gillians se despedazaron para unirse al cuerpo de Ulquiorra. Cuando sintió que ya no había Gillians que valieran la pena, Ulquiorra se cubrió nuevamente el pecho y desapareció de ese lugar. Había más Adjucas con los cuales conversar.