El cielo de Hueco Mundo era tan hostil como la tierra. La luna brillaba alta, insondable y lejana. Su luz era lo unico brillante allá arriba, así como la tierra del suelo, pues estaba bañada en plata por dicha luz, ademas los arboles de cuarzo brillaban aquí y allí. La luna fue testigo de como un hollow alado cruzó los cielos hasta desaparecer en el horizonte.
Lam estaba allí. No muy lejos y debajo de él estaba el palacio de las noches , del que acababa de salir, puesto que ahora Fufirot había decidido que era hora de darle un pequeño recuerdo de su parte a los shinigamis.
Sus brazos se alzaron y ante él , se abrió una garganta oscura , entonces su mirada se oscureció puesto que la luna estaba tras esta, y ya no le llegaba su luz. Entró dentro con calma, y entonces comenzó a cerrarse, poco a poco, la nuca de Lam iba desapareciendo, pero justo cuando estaba apunto de cerrarse, este se dió la vuelta, para echar un ultimo vistazo a Hueco Mundo.
''Shinigamis, este mundo ya tiene Rey, y yo seré la espada con la que os destruya, se acabó la paz''