Seiren vs Mikuo

Volteó para ver si su ataque había dado algún resultado positivo, pero fue decepcionante ver que la mujer todavía estaba en pie gracias a esos molestos parásitos en el aire que no hacían más que interrumpir. Sin embargo podía sentirse feliz, ya que el cuerpo de esa mujer todavía debía estar sufriendo por las heridas del primer ataque que dio en el blanco.

Trató de no arremeter contra ella, ya que nada iba a ganar arriesgándose con esas criaturas protegiéndola. Sin contar que aún podían tener algún truco oculto, una habilidad que él no hubiera presenciado durante el combate y que pudiera ser usada en su contra de bajar un poco la guardia, una que esa bruja no iba a dudar en utilizar de darse el caso. Cobarde o astuto, no sabía cómo definir su acción al quedarse sin hacer nada. Posó las manos en su cadera, mientras que el micrófono colgaba y se mecía cual péndulo enrollado el cable en uno de sus brazos. -¿Cuánto más vas a seguir? Esto ya no es divertido.- Dijo mientras inflaba las mejillas y miraba a la mujer como un niño pequeño haciendo una rabieta.

El hombre observaba la manera en la que aquellas lombrices voladoras intentaban capturarle, con su movimiento serpenteante, dirigiéndose hacia él. Debido a que no sabía el método para destruirlas no pudo hacer nada para repelerlas, siendo una presa fácil de cazar para aquellos animales del infierno. Sintió algo de dolor al ser aprehendido por esos seres extraños que nunca antes había visto, sólo podía asegurar que no eran criaturas ordinarias.

-¿Qué diablos es esto? Déjame en paz, maldita bruja.- Le reprochó, mostrándose molesto por estar capturado. Detestaba la sensación de impotencia, queriendo liberarse para poder darle una lección a esa mujer. Debía quitárselas de encima, ya que sentía que el contacto le producía daño. Por más que forcejeaba no podía retirarlas, era como una abominable camisa de fuerza. Sólo le quedaba seguir maldiciéndola para irritarla y en un descuido poder escapar.

Ya no iba a tolerar eso. No estaba tan enfadado por ser prisionero de esas cosas horrorosas, más bien era porque aquella arpía ni siquiera se dignaba a responder. Ya no podía aguantar más, así que liberando su poder una vez más produjo un nuevo golpe sonoro que definitivamente iba a aturdir a la mujer, y parecía que sin querer también había logrado afectar a esas criaturas que lo rodeaban.

Le daba asco ser detenido por esas criaturas tan desagradables con forma de serpiente, su textura no era nada placentera para la piel del Arrancar. Todo indicaba que el golpe sería una jugada ganadora.- ¿Eso es todo lo que tienes? Vas a necesitar algo mejor que unas lombrices para salir victoriosa de este encuentro.- Advirtió, haciendo que el silbido fuera cada vez más persistente, como uñas sobre un pizarrón.

Estaba satisfecho con lo conseguido tras su último ataque, ya que no sólo había hecho que esas cosas horrendas se despedazaran y transformaran en partículas de luz blanca, sino que también había podido herir a esa mujer al punto de que ya no fue capaz de realizar ataque alguno. Su ataque no era poderoso, pero era lo suficiente para barrer con un rival así, además de que su “efecto” extra era conocido por el chico. Seguramente la mujer apenas se podía mover debido al daño ocasionado por la ofensiva del Arrancar.

-¿Tienes idea de lo patética que te ves? Vamos, ¿ni cuando estás a punto de morir se te ocurre decir algo inteligente? Si no es ahora yo no sé cuán lo harás.- El chico se acercó a la mujer, sosteniendo en su mano izquierda el micrófono que empuñaba como arma de destrucción y con el que era capaz de cortarle la cabeza a esa mujer, incluso de capturarla del mismo modo en el que ella lo había hecho con esas serpientes y provocarle dolor.

Viendo que otra de esas serpientes iba dirigida hacia él y que su cable no estaba ayudando a mantener a esa mujer bajo control, Mikuo se fue directo a la defensiva, creando un campo defensivo para protegerse de aquel animal, el cual se disolvió en el aire tras recibir toparse con la defensa. El arma regresó a Mikuo, envolviéndose el cable en su brazo izquierdo.

-No vas a durar mucho así. Mejor ríndete si no quieres acabar de la misma forma que tus serpientes…- Dijo el chico, ya que sinceramente dudaba que su enemigo le fuera a durar mucho más tiempo. Se veía muy frágil para poder soportar todo ese castigo, especialmente por la tortura que debía representar cargar semejantes heridas sobre su cuerpo. Una prueba de su debilidad era que su defensa había podido neutralizar completamente su técnica ofensiva.

Entrenamiento Abandonado
Seiren recibe 20 exp y $150